John Macías Stanislaw Lem: Crónica del fiasco humano

(Puntuación 4 de 5)

En Fiasco (1986) de Stanislaw Lem el lector se encuentra desde el principio enfrentado al anuncio del total fracaso, tal y como lo anuncia el título. Quienes ya conocemos a Lem, sabemos lo que nos espera: ambientes psicológicamente angustiantes, incertidumbres insalvables, impotencia ante las maravillas enigmáticas del universo, y esto acompañado de una maravillosa limpieza del lenguaje, una sencillez fuera de toda duda que no hace gala de artificios o subterfugios para plantear situaciones asombrosas con toda la verosimilitud de un maestro en el arte narrativo. Lem recurre en Fiasco a su ya clásico escenario: el espacio sideral, naves interplanetarias, astronautas y científicos espaciales (escenarios explorados con mayor contundencia en los Relatos del piloto Pirx, Solaris, El invencible y Edén) y allí nos presenta la historia más impactante de entre todas las que antes nos había contado en todos sus libros (por cuanto las implicaciones de la trama para el futuro de la historia humana son claras y aunque la novela concluye sin que sepamos qué ocurrirá después, uno sabe que algo definitivo va a ocurrir con los seres humanos luego de aquello). El anunciado fiasco es un elemento que todo el tiempo tiñe las páginas de la novela creando una sensación inquietante para el lector, siempre está a la expectativa de que algo malo podría pasar en cualquier momento. Y el lector no sale defraudado. Bien sea el lector nuevo, que nada conoce de Lem como aquel fiel fanático suyo, ambos saben que a través del avance por las páginas del libro se va diseñando progresivamente un cataclismo de emociones, y no solo de emociones, porque las escenas presentadas por Lem son literalmente cataclismos de proporciones astronómicas, los cuales tocan la cima del arte narrativo además de que logran estremecer las conciencias y los corazones de los lectores. Así, no hay engaño en Lem.

De hecho, las anteriores obras de ficción de Lem tratan de fiascos espectaculares del hombre en el espacio (Solaris, El Invencible…). Lem se empeña en mostrar los límites del conocimiento humano, pone el tela de juicio todos nuestros presupuestos, derriba presunciones y nos demuestra la inconsistencia de eso que llamamos inciertamente la realidad; este es el verdadero sentido de la todas las obras de Lem y es por lo cual muchos le consideran más que escritor de ciencia ficción, un filósofo del conocimiento, sólo que él optó por hacer filosofía en clave de Ciencia Ficción. Es una lástima que después de Fiasco Lem dejara de escribir CF y decidiera apartarse de todo lo que fuera la fantasía de la literatura para dedicarse de lleno a filosofar sobre el mundo contemporáneo del modo habitual.

Seguramente habrá quienes ataquen esta novela como una obra pesimista en extremo, cruel, exagerada, pero la lógica interna y la estructura misma de su historia muestra la inevitabilidad de su enfoque. Además, desde el mismo nombre de la obra a nadie se engaña, de entrada el lector sabe que se enfrentará a una novela devastadora. Y en realidad su final es amargo e impresionante, lo cual se ve agravado por la permanente incertidumbre que persiste a lo largo de la novela con uno de sus personajes principales, uno que ya había aparecido en otras obras de Lem y que es demasiado apreciado por sus lectores, el piloto Pirx. Su suerte a lo largo del relato es incierta y al final del libro queda sobre este personaje una desazón tan grande que las manos le tiemblan a uno pensando en la idea de que haya terminado de esa forma.

El eje principal de la novela gira en torno a uno de los proyectos más importantes de la historia humana: la posibilidad de entablar por primera vez contacto con una civilización alienígena; para ello Lem describe brevemente los enormes esfuerzos que en el futuro hacen los gobiernos de la Tierra para adelantar el proyecto y enviar a millones de kilómetros lejos del sistema Solar una nave de proporciones inimaginables llamada Eurídice, con la misión de entablar contacto e intercambiar conocimientos. Las peripecias del viaje son contadas con vigoroso entusiasmo y mezcladas hábilmente con las teorías e hipótesis que los científicos de la Tierra y que los tripulantes de la nave tienen acerca de los seres a los cuales se dirigen, de los cuales no saben absolutamente nada y apenas sí tienen la certeza de su presencia en un planeta llamado Quinta Harpyiae. La tecnología titánica que Lem describe como uno de los avances de la ciencia terrestre es sencillamente pasmosa, asombra desde todo punto de vista, pero (lo más impresionante) es factible. Es monstruoso que pese a esa enorme capacidad tecnológica humana que Lem describe, al final de la novela resulte que no haya servido de mucho, por no decir que de nada pues los protagonistas se enfrentan con lo incognoscible. Así mismo, la descripción de las situaciones que degeneran en la tragedia final dejan en el lector la sensación de que si en la realidad ocurriera lo que Lem cuenta en esta novela las cosas podrían ocurrir justo de la manera trágica que el libro presenta, lo cual es adicionalmente frustrante, de ahí el balance pesimista que se le imputa a esta obra y en general a las intenciones de Lem al escribirla. Debe recordarse que pese a ser una obra de ficción, refleja con implacable fidelidad una parábola de lo que ocurre en el mundo contemporáneo, por eso quien quiera escapar a un mundo ficticio de felicidad donde todo sale bien y todo está bajo control, Fiasco no es una novela apropiada. En esta novela se ponen a prueba la capacidad de aguante del lector, su ética, su humanidad, que pese a quedar hecha añicos al final, sirve para generar una seria reflexión sobre nuestro paso por este pequeño planeta. Si el objetivo de la literatura no es generar también este tipo de inquietudes, entonces, ¿cuál es su objetivo? Que el lector se haga esas preguntas sobre su propia existencia es lo que logra esta novela. Y eso no es poco. (Fiasco)