FRANCISCO ORTIZ El tiempo es hoy

(Puntuación 5 de 5)

Se espera de la ciencia ficción entretenimiento, placer y diversión, como si en vez de libros estuviéramos ante frutas muy maduras o comidas copiosas y de paladares poco sofisticados. Pero este libro no es una fruta, sino un fruto. Esta novela es una obra maestra de la literatura, a secas. Analizarla sin los prejuicios habituales de la crítica española, abriendo los ojos de una manera más amplia y objetiva, como hace la crítica cinematográfica, nos lleva a encontrarnos con que hay tema, hay personajes y hay una historia. El mayor acierto del libro es llevarnos por unos caminos en los que podemos correr o pararnos - correr por la trama, pararnos a pensar -, encontrar viajes en el tiempo, suicidios, amor, pero también una huelga, una concienciación sobre la realidad de nuestro mundo. La buena literatura no es ajena a las ideas y la buena ciencia ficción tampoco lo es: hay montañas de ideas en esta novela de Aldiss, pero servidas en el argumento, con el argumento, avanzando a la vez que avanza la historia narrada. Si puedes atravesar el tiempo, instalarte en algún remanso y contemplar a los viejos dinosaurios, a los habitantes de tu país hace cien años, a tus antepasados, al volver nunca podrás ser el mismo, durante el viaje verás cosas y te verás a ti mismo, les quitarás mentiras a las imágenes que has construido sobre tu propia persona y aprenderás que nada de lo que está ante ti es inocuo, inocente, nada está vacío. Eso le ocurre al protagonista de este libro: como un héroe de la antigüedad, sale de su casa y cruza mundos que no le pertenenecen, que no le esperaban, pero conforme va reconociendo y reconociéndose se da cuenta de que todo viaje es exterior e interior: puede que la visión de un dinosaurio protegiendo a su manada sea tan importante y definitorio como contemplar la muerte de un ser querido. Sólo hay que saber que la mirada es siempre activa, influye en lo observado y en el observador. Sí: se puede escribir una novela de ciencia ficción y ser un escritor con mayúsculas. Aldiss, con un personaje que viaja con una pistola láser - pero es un pintor-, que se desplaza en el tiempo - pero no muestra nada que rompa la armonía de la historia-, que es el encargado de matar a una persona opuesta a un régimen militar - sin ser apenas preparado para ser un asesino, como podría ocurrirle a cualquiera de nosotros, porque no le queda más salida si quiere seguir viviendo-, utilizando elementos comunes a un género, lo rebasa, lo vivifica, nos lo ofrece como un fruto nuevo, no como una fruta pasada, sino como algo dado a la especulación, la contemplación, la participación. Aldiss nos ha dado una novela que es una compañera en el camino y, como toda gran obra, está preparada para ayudar a crear nuevas obras, comentarios, meditaciones. Y sepa usted, siguiente lector, que el menú le será servido rápido y nada pegajoso, con vigor y amenidad. (Criptozoico)